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lunes, 11 de febrero de 2013

Alicia en el país de las maravillas

Dios, ¡estaba deseando tener un motivo para utilizar ese título! Y es que si hace un tiempo os conté las rarezas y pecados de estos pequeños y extraños amiguitos ingleses (malos trasportes públicos, peor conducción, poca iluminación de las calles, etc.), ahora creo que estoy lo suficientemente a gusto en este país como para hacer una recopilación de las pequeñas maravillas que me he ido encontrando y que sin duda echaré un poco de menos cuando vuelva a España (aunque con una caña y una tapita de jamón seguro que se me pasa la tontería). Vamos allá.

El auténtico país de las maravillas: O de las chorraditas, como digo yo. Aquí puedes encontrar absolutamente cualquier cosa que busques, e incluso puedes encontrar cosas que no sabías que querías hasta que las viste, porque a lo mejor no sabías ni que existían. Les encantan las postales, mandan postales para absolutamente todo, y en cada calle hay mínimo un par de tiendas dedicadas exclusivamente a la venta de postales. Casi todo es, en general, bastante más caro que en España, pero sin embargo aquí existen las "tiendas a 1 pound", que se ríen de nuestros "todo a cien". En las tiendas de todo a un pound puedes comprar desde comida, hasta champús, gel de baño, utensilios de cocina, libros, dvds, material de papelería... Todo de buenas marcas (marcas conocidas, mejor dicho) y todo a un pound o menos. Lo que también hay por todas partes son tiendas caritativas, que venden cosas que hacen ellos mismos, o que otros donan por muy poco precio.

La cultura de la bicicleta: Aunque no creo que todas las ciudades tengan este superávit de bicis que tiene Cambridge, y aunque intentar ir por Londres con una bici sea un suicidio, si que tienen más cultura de ir en bici que nosotros, a pesar de su clima infernal. Cambridge está lleno de bicis, en cada farola, verja, hierrito que te encuentres hay una bicicleta aparcada. Hay mucho carril-bici y los coches respetan bastante. Yo soy una conductora de bicis loca, me salto las señales, me meto lo mismo por aceras que por carreteras... pero da lo mismo. Aquí si un coche se tiene que parar por una bici, se para, y ni te pita ni te dice cosas groseras. Intenta hacer eso en España (si te atreves). Y a parte del hecho de que al haber tantas bicis, hay muchos robos, como el que sufrí yo, puedes comprar una bicicleta de segunda mano rápidamente y barata (que será robada a alguna pringada como yo pero así es la vida). Yo es en Inglaterra donde he descubierto que me encantan las bicis y moverme en ellas, y me va a dar mucha pena volver a casa y no poder hacerlo allí.

Libros, libros everywhere: Aquí puedes comprar libros muchísimo más baratos que en España. En las tiendas caritativas que he comentado y en los mercados, los encuentras de segunda mano por nada de precio. Yo he llegado a comprarme libros por 40 peniques.Pero si los quieres nuevos, en las librerías los hay realmente baratos. Aquí hay una cadena de librerías llamada Waterstones en la que puedes encontrar de todo, y los precios de los libros (aunque también hay de todo en cuestión de precios) ronda los 8-10 pounds. La calidad de las ediciones es la que es, pero para gente joven como yo es el paraíso. Si no me he comprado ya la mitad de la tienda es porque a ver como me llevo todos esos libros a España luego...

Los espacios verdes: Henham sería un asco de pueblucho en medio de la nada, si, pero era uno de los sitios más hermosos que he visto en mi vida. Cambridge es una ciudad, así que no tiene el mismo encanto rural, pero se cuidan mucho de tener y disfrutar grandes parques y zonas de paseo. Yo vivo muy cerca de Jesus Green, que a pesar de ser enorme no es ni el más grande de la ciudad. Todo colindante al río  lo que crea unos paisajes preciosos. La verdad es que ahora en invierno da mucha rabia tener esos parques y no poder disfrutarlos, pero esperemos que la primavera haga pronto acto de presencia.

Los dulces: Con razón hay tanta obesidad. Además de que comen fatal, aquí hacen y venden unos dulces con una pinta irresistible, que saben igual de irresistible. Los muffins, los cupcakes, los cakes, las chuches, los chocolates... Yo me salvo un poco porque siempre he sido más de salado, pero he de reconocer que de vez en cuando algo cae, porque es imposible no comer.

Y hasta aquí. Seguro que alguna cosuca más se me ocurriría, pero también se me ocurren muchas cosas de las que quejarme, como que el sábado salí y tuve que pagar 8 pounds sólo por entrar a un bar. Y eso no mola, no mola nada. Pero aquí seguimos y habrá que pensar en las cosas buenas, ¿no? En las que ya no podremos disfrutar cuando nos volvamos. Y por ahora nos queda enfrentarnos a esta semana que empieza, que para mi se presenta complicada: mi host está en el hospital, las niñas con la tía, los abuelos vuelven antes de su viaje, es el half term y no hay cole... Así que no se que va a ocurrir esta semana, ¡y miedo me da preguntar! Pero cuando nos queramos dar cuenta es domingo otra vez y otra semana se ha ido volando. Que os sea leve chiquitines.